"Los gobiernos, al igual que los hombres, se conocen a través de sus obras.
Y así es como puede apreciarse la calidad de su gestión... O la falta de ella."
El actual gobierno o, para mejor decir: ésto, que debería ser un gobierno, pero que es apenas un engendro que, por ahora no nos queda más remedio que padecer.
Este régimen desbolado y putrefacto que a la sazón y, con su inefable manera de no hacer nada bien o no gestionar la cosa pública, el efecto más notorio que produce en no poca gente, es que pareciera no tener fin.
Este desfile interminable y vergonzante de "furcionarios" ineficientes (perdón por la redundancia) reciclables y por fuerza, continuamente reciclados.
Ésta humillante comparsa, desbordante de sujetos todo-terreno, irresponsables, apáticos e inescrupulosos advenedizos, cuyo único mérito para ser elegidos y ocupar cargos de "responsabilidad", al parecer lo constituye el hecho de ser "pariente", "amigo" o "paisano" de quién ocupa, por dos ya interminables períodos, el sillón más mullido de San Martin al 400, en la capital de la Isla Grande.
Este "gobierno" decía, que a pesar de haber sufrido tres consecutivos fracasos en su desaprensivo intento de enajenar de manera vil, parte de los pocos bienes que aún le quedan a la vapuleada Comunidad Fueguina, un Centro de Montaña que le prestaba un modesto servicio y permitía que esa Comunidad pudiera disfrutar a costos reducidos en materia de deportes de nieve en el el invierno, o de paseo y soláz en épocas estivales.
Un Centro de Montaña que hasta no hace demasiado tiempo, funcionaba hasta once horas y llegó a recibir más de mil personas por día, cifras que a algunos puede llegar a parecerles irrisorias o poco creíbles, aún cuando puede ser muy fácil confirmarlas y que significaban un nada despreciable ingreso (pura ganancia) para el ente de turismo provincial a cambio de casi nada y que le permitía a la "autoridad" de turno, dedicarse a vagar por el mundo cosechando viáticos.
Pero, el interés (o la insaciable ambición) personal de algunos funcionarios superó ampliamente lo que debiera ser el interés general que debían representar y proteger, aprovechando su situación de privilegio dentro de la estructura que lo tiene a su cargo, direccionaron todo un proceso cuyo fin último consiste en adueñarse de este bien de la Comunidad.
De modo tal que, en lugar de hacer lo que era su obligación, es decir: hacer lo necesario para que el Centro de Montaña progresara y que este progreso pudiera proyectarse en el tiempo, obraron en el sentido inverso, esto es: mintieron, deformaron la realidad y crearon las condiciones para que no se mantuviera en la forma adecuada y, rápida y deliberadamente provocaron el deterioro casi irreversible que lo condujo al estado deplorable en el que hoy se encuentra y que a ojos de alguna gente justificaría esta maniobra privatista, torpemente disfrazada de "acción de gobierno".
Así es como nuevamente, a menos de un año de su último y resonante fracaso vuelven a la carga con su intentona de "concesión", haciendo alarde de su profundo desprecio por la opinión, el interés y la conveniencia de toda la Comunidad.
Pero nuevamente, confiamos en que sus intenciones y esfuerzos privatistas estarán condenados al fracaso.
Porque sabemos que aún quedan algunos ciudadanos que habrán de oponer resistencia ante los mezquinos designios "pasopistas" y no abandonarán su puesto de lucha hasta que el "gobierno" finalmente se vea obligado a desistir y a terminar de irse.