Reflexiones... de cara a la Gente.

De mandatos, mandantes y mandatarios.

 

El primer mandatario.

Ésta, es una de las formas en que suele llamarse a un Presidente de la República o a un Jefe de Estado.

Seguramente  quién tuvo la felíz idea de llamarlo así, lejos estaba de imaginar el derrotero en el que, con el paso del tiempo, derivaría su ocurrencia.

El primer mandatario, es decir: el primer servidor público, es aquel que elegimos para llevar adelante la gestión de la res-pública (de la cosa pública). El que, en un sistema de gobierno democrático, ha recibido el mandato de gestionar los asuntos comunes del pueblo, el cual es, por definición, su mandante.

Idéntica definición corresponde aplicarle, en el caso de una provincia, a quién es elegido por el pueblo para ejercer el mandato de gobierno.

Paradójicamente, y por no se sabe bien qué confusión ancestral, la persona elegida para ese (que debería ser) tan digno cargo, apenas al momento de ser “ungido” y como por arte de magia, se transforma  para él y para la mayoría de la gente común, en el mandante, cuando no directamente en el “mandamás” a quién al parecer, debe rendírsele honores y pleitesía, o peor aun, permitirle enriquecerse a costa del pueblo, como se hacía antiguamente (y como por desgracia, se sigue haciendo en algunos lugares del mundo de hoy) con los monarcas, los reyes, príncipes y emperadores y otras denominaciones más o menos elegantes que se aplica a los tiranos, a los déspotas amantes del imperialismo y dictadores de distinta extracción, aunque de idéntica calaña.

Hoy, lamentablemente, esta costumbre esta tan arraigada en nosotros, el pueblo, la gente común y silvestre, que aun cuando alguien acometiera la hercúlea tarea de explicarlo hasta el hartazgo, difícilmente pueda modificarse y mucho menos erradicarse de nuestro imaginario colectivo, la idea de que el pueblo se halla al servicio del mandatario y no, que es el mandatario quién se debe a él y que por ende, es el pueblo el soberano y el mandatario, el "súbdito" elegido para servirlo.

Si bien, el significado equívoco que la gente común  le otorga a algunos términos, no tienen por así decirlo, una importancia vital, lo que sí suele resultar de vital importancia son los efectos, muchas veces devastadores, que acaba produciendo la puesta en practica de esos términos trastrocados, cuando es ejercida o llevada a cabo por los mandatarios, desde una perspectiva errónea o deliberadamente opuesta a la voluntad de su mandante.

Por su parte, muchos seres políticos o para mejor decirlo, la mayoría de aquellos que ven a la política (únicamente) como su medio de vida y el instrumento idóneo para alzarse por encima de la comunidad, muchas veces al resultar electos o acceder por otros medios a un lugar de poder, aprovechan en la mayor medida posible esta confusión generalizada y algunos la asumen al punto tal, de llegar a creérsela ellos mismos y actuar en consecuencia, avasallando a quienes han depositado en ellos su fe y su confianza, dejando en sus manos (a veces literalmente) sus vidas, sus bienes y su futuro como pueblo.

 

Ampliaremos...

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Según el Diccionario:

Mandato: Orden, indicación que da el superior al subordinado.

Mandante: Persona que, en el contrato consensual de mandato, confiere a otra su representación personal, o le encomienda la gestión o el desempeño de uno o más negocios en su nombre y por su cuenta.

Mandatario: Persona que acepta del mandante, su representación personal  o la gestión de algún negocio, etc.,